
Reintegración de migrantes deportados: un desafío urgente y olvidado
Cada año, miles de personas son deportadas desde Estados Unidos hacia sus países de origen en México y Centroamérica. Aunque la atención mediática y política suele centrarse en los procesos de detención y expulsión, una parte crítica del fenómeno migratorio queda relegada al silencio: la reintegración de los retornados.
Según el Instituto de Política Migratoria (MPI), solo en 2024, cerca de 319.000 personas fueron retornadas a México, Guatemala, El Salvador y Honduras. La mayoría de estas personas no solo enfrentan el trauma del desarraigo, sino también condiciones económicas, sociales y psicológicas precarias que dificultan su readaptación.
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Recepción inmediata: alivio temporal, no solución
Al llegar a sus países, los retornados son recibidos en centros de atención donde se les ofrece asistencia básica: atención médica inicial, alimentos, orientación legal y ayuda para el transporte. Programas como “México te Abraza” y “Hermano, Regresa a Casa” en Honduras, incluso otorgan vales de emergencia por 100 dólares. Sin embargo, estos esfuerzos, aunque necesarios, son insuficientes frente a las verdaderas necesidades de quienes regresan tras años de vida construida en otro país.
Muchos de los retornados no recibieron información previa sobre el proceso de deportación ni sobre los servicios disponibles, lo que agrava su estado emocional y logístico. Además, la falta de coordinación institucional provoca registros duplicados y procesos poco eficientes.
Reintegración económica: prioridad con vacíos críticos
Los programas de reintegración actuales están enfocados principalmente en la inserción económica: capacitación técnica, apoyo para emprendimientos y conexión con el mercado laboral. Iniciativas como los Centros “Quédate Aquí” en Guatemala o los cursos vocacionales en El Salvador ofrecen oportunidades formativas que apuntan a reducir la migración futura.
México, por su parte, ha desarrollado una base de datos con más de 60.000 vacantes laborales para facilitar la inclusión de retornados y migrantes. Sin embargo, el enfoque ha sido limitado en cuanto a la atención psicosocial, el acompañamiento comunitario o el reconocimiento de los vínculos que muchos deportados dejan atrás, como hijos, cónyuges o negocios en EE. UU.
Desafíos estructurales y falta de financiamiento
La sostenibilidad de estos programas enfrenta obstáculos importantes: presupuestos limitados, capacidades institucionales desiguales y recortes en la cooperación internacional. La reciente disminución del 85% en la asistencia de USAID, por ejemplo, representa un duro golpe para los esfuerzos de reintegración apoyados por agencias de la ONU y organizaciones civiles.
Además, la calidad y el uso de datos sobre los retornados sigue siendo deficiente. La información recopilada durante el proceso de admisión rara vez se comparte entre instituciones, dificultando la adaptación de servicios según las necesidades reales de los migrantes.
Nuevos perfiles, nuevas necesidades
El perfil del deportado también ha cambiado. Ya no se trata únicamente de personas detenidas en la frontera, sino también de individuos con décadas de residencia en EE. UU., con familias, propiedades y vínculos profundos. Estas personas enfrentan barreras culturales, lingüísticas y emocionales al regresar a países que ya no sienten como propios.
Al mismo tiempo, quienes retornan voluntariamente fuera del proceso de deportación suelen quedar fuera del sistema de apoyo, generando brechas invisibles en la política migratoria.
Conclusión: un compromiso compartido y necesario
La reintegración de los migrantes deportados no puede seguir siendo un asunto marginal. Si el objetivo es reducir la migración irregular a largo plazo, es indispensable invertir en la estabilidad económica, social y emocional de quienes regresan. Esto requiere no solo voluntad política, sino también financiamiento adecuado, coordinación efectiva y una visión integral de los derechos humanos.
La migración no termina con la deportación. Para muchos, es apenas el inicio de un nuevo desafío: reconstruir una vida desde cero en un lugar que ya no sienten como hogar.
Fuente: https://www.migrationpolicy.org/news/reintegration-forgotten-side-deportation
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